¿POR QUÉ PAGAR MAL A LOS MAESTROS?
Los maestros son formadores del pensamiento y del espíritu
de sus estudiantes. Los maestros son modelo para sus alumnos. Los maestros
requieren un salario suficiente para una vida sin afanes –con el que aún no
cuentan; y además, debe asegurárseles un bienestar inspirador.
Así como conviene que los estudiantes vivan un mundo rico en
experiencias es ideal que los docentes tengan la oportunidad de estudiar
posgrados; pero no sólo eso sino también viajar por la geografía de su país:
selvas, bosques, llanos, montañas, playas; que prueben gastronomías diversas en
contexto; que vayan a otros países y continentes, se maravillen, se llenen de
imágenes, de sensaciones térmicas, de datos lingüísticos, y hagan muchos amigos
alrededor del mundo.
El psicólogo constructivista Lev Vigotsky insiste en que los
niños y niñas deben experimentar el mundo en toda su complejidad. ¿Por qué?
Porque para la psicología, y la pedagogía constructivista, las facultades más
altas de la inteligencia son la crítica, la intertextualidad y la creatividad.
Dice Vigotsky que para que estas habilidades del pensamiento se alcancen, es
necesario que el o la joven tenga en su mente un extenso universo de imágenes,
sensaciones, textos, sonidos y aromas; una gran paleta de materiales con los
que pueda crear la gran obra de arte.
¿Por qué sería maravilloso que los estudiantes de
preescolar, básica primaria, secundaria, y de la educación universitaria se
encontraran con maestros que tuvieran bibliotecas mágicas en sus hogares, que fueran
al teatro siempre que les interese, que asistieran a conciertos, que no se privaran
del cine colombiano, del norteamericano, del europeo, y otros?
Pues, porque ese maestro vendría al aula de clases lleno de
narrativas, inquieto, con preguntas auténticas, con emociones vibrantes. Porque
ese maestro podría inspirar en sus estudiantes el deseo de vivir y comprender.
Porque ese maestro tendría a mano, con rapidez, múltiples soluciones a los
problemas pedagógicos y curriculares.
Es muy distinto un maestro que tiene un salario empobrecedor
y debe privarse de todo, a uno que puede superar el libro de texto, leer de
primera mano las grandes obras, ir a las geografías en donde fueron inspiradas,
ver el cine y el teatro que las recrean y tomar talleres sobre aquello que lo
inquieta.
Diferente a un maestro que debe contentarse con ir en sus
tiempos de ocio al parque del barrio, que no tiene para el bus, que trabaja en
dos o más jornadas, es el maestro investigador, comprometido con sus cursos, que
se reúne tranquilo con sus colegas para compartir grandes experiencias,
inquietudes y aventuras.
Distinto a un maestro que tiene un mal servicio de salud;
lleno de deudas con su organismo es uno que tiene tiempo de ejercitarse, que es
atendido en todas sus necesidades y que incluso pueda asistir a terapias especializadas
cuando las requiera.
Entonces, ¿por qué pagar mal a los maestros? Reclamo al
presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y a la ministra de educación, Gina
Parody, poner a disposición de estudiantes, docentes e instituciones educativas,
los recursos económicos suficientes para una educación que nos lleve a la
comprensión crítica y a la creatividad.
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