¿POR QUÉ PAGAR MAL A LOS MAESTROS?


Olga Rojas Torres


Los maestros son formadores del pensamiento y del espíritu de sus estudiantes. Los maestros son modelo para sus alumnos. Los maestros requieren un salario suficiente para una vida sin afanes –con el que aún no cuentan; y además, debe asegurárseles un bienestar inspirador.

Así como conviene que los estudiantes vivan un mundo rico en experiencias es ideal que los docentes tengan la oportunidad de estudiar posgrados; pero no sólo eso sino también viajar por la geografía de su país: selvas, bosques, llanos, montañas, playas; que prueben gastronomías diversas en contexto; que vayan a otros países y continentes, se maravillen, se llenen de imágenes, de sensaciones térmicas, de datos lingüísticos, y hagan muchos amigos alrededor del mundo.

El psicólogo constructivista Lev Vigotsky insiste en que los niños y niñas deben experimentar el mundo en toda su complejidad. ¿Por qué? Porque para la psicología, y la pedagogía constructivista, las facultades más altas de la inteligencia son la crítica, la intertextualidad y la creatividad. Dice Vigotsky que para que estas habilidades del pensamiento se alcancen, es necesario que el o la joven tenga en su mente un extenso universo de imágenes, sensaciones, textos, sonidos y aromas; una gran paleta de materiales con los que pueda crear la gran obra de arte.

¿Por qué sería maravilloso que los estudiantes de preescolar, básica primaria, secundaria, y de la educación universitaria se encontraran con maestros que tuvieran bibliotecas mágicas en sus hogares, que fueran al teatro siempre que les interese, que asistieran a conciertos, que no se privaran del cine colombiano, del norteamericano, del europeo, y otros?

Pues, porque ese maestro vendría al aula de clases lleno de narrativas, inquieto, con preguntas auténticas, con emociones vibrantes. Porque ese maestro podría inspirar en sus estudiantes el deseo de vivir y comprender. Porque ese maestro tendría a mano, con rapidez, múltiples soluciones a los problemas pedagógicos y curriculares.

Es muy distinto un maestro que tiene un salario empobrecedor y debe privarse de todo, a uno que puede superar el libro de texto, leer de primera mano las grandes obras, ir a las geografías en donde fueron inspiradas, ver el cine y el teatro que las recrean y tomar talleres sobre aquello que lo inquieta.
Diferente a un maestro que debe contentarse con ir en sus tiempos de ocio al parque del barrio, que no tiene para el bus, que trabaja en dos o más jornadas, es el maestro investigador, comprometido con sus cursos, que se reúne tranquilo con sus colegas para compartir grandes experiencias, inquietudes y aventuras.

Distinto a un maestro que tiene un mal servicio de salud; lleno de deudas con su organismo es uno que tiene tiempo de ejercitarse, que es atendido en todas sus necesidades y que incluso pueda asistir a terapias especializadas cuando las requiera.

Entonces, ¿por qué pagar mal a los maestros? Reclamo al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y a la ministra de educación, Gina Parody, poner a disposición de estudiantes, docentes e instituciones educativas, los recursos económicos suficientes para una educación que nos lleve a la comprensión crítica y a la creatividad.


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