¿QUÉ HAY EN LA MENTE DEL VIOLADOR?


El silencio de Claudia Morales es una denuncia importante. Me sumo a su denuncia. Yo también quiero denunciar. Yo fui objeto de abuso sexual a mis cinco años. Pero, no voy a contarles mi historia. Nadie me conoce. No sabían ni mi nombre. ¿Por qué les interesaría lo que ha sido de mí, o el dolor que he tenido que enfrentar? Pero les cuento, en mi proceso de sanación ha habido muchas fases. Estoy desde hace un tiempo preguntándome ¿qué hay en la mente del violador?

El abuso sexual, igual que el acoso, no son problemas personales. Por supuesto no son asunto de la vida íntima, como insultantemente lo catalogan algunos. El abuso sexual es un tema social. La sociedad para la que estamos trabajando todos se soporta en el abuso. Así lo afirma la antropóloga argentina Rita Segato, a quien les sugiero leer.

El esquema con que imaginamos la sociedad es una pirámide. En la punta de la pirámide hay exclusivamente hombres, -es excluyente la puntita esta. Los hombres de la puntita no son colombianos, ningún mestizo cabe ahí. Son europeos, blancos, católicos, ricos, educados en La Sorbonne… etc. En la punta no hay mujeres. Para que nos entendamos, traigan a su memoria la pirámide social que estudiamos en la escuela, y que encuentran en muchos libros de ciencias sociales. Esta pirámide es primordialmente masculina, y se ordena por un degradé de colores. Por eso, en la base están los negros, en la punta, hacia el cielo, los blancos, un poco más abajo mestizos, más abajito indígenas. ¿Y las mujeres? Estamos en una subzona de la franja del color de piel que tengamos.

Y para eso es el abuso sexual. Para mantenernos abajo. Para glorificar a los varones. Por eso podemos afirmar, sin lugar a dudas, que nuestra cultura: religión católica, ejércitos, escuela… sistema de salud, organizaciones deportivas, representatividad política… todo es misógino y patriarcal. Sí, el odio a las mujeres está en todas partes. El odio a las mujeres engrandece a los hombres que quieren demostrar a otros hombres que son muy hombres. Y para eso violan, para que sus congéneres los valoren, para ascender en la pirámide de su raza, clase y género.

De modo que, los hombres que toman por la fuerza a una mujer, como lo explica Rita Segato, no se impulsan por el deseo sexual. No es sexual. No es íntimo el acto. Es social. Los hombres abusivos son hombres que se sienten poco hombres, están emasculados. Es decir, los violadores están debajo de la pirámide, disminuidos por hombres destacados en su franja social. Odian a las mujeres para poder hinchar su ego. Las violan para demostrar una hombría que no reconocen en sí mismos y  buscan para ascender socialmente. Por eso violan. Porque ser hombre es desear el poder. Si no tienen poder lo buscan. ¿Cómo lo consiguen? Parándose encima del cuerpo destrozado de las mujeres. Así funciona la pirámide. Así funciona nuestra sociedad. Es decir, la violación de las mujeres soporta esta estructura social que se propone la búsqueda del poder, la concentración de riquezas, etc.

En fin, es importante, si queremos detener esta actitud depredadora reconocer que el anhelo de las mujeres por el respeto, es simultáneamente la búsqueda pugna por los derechos de los afro, quienes han sido tan demoledoramente subordinados; por los derechos de los indígenas; también de quienes no tiene educación, de la naturaleza… Las mujeres somos la base de la sociedad, no porque nos pinten y piensen yacientes y destrozadas en la pirámide patriarcal sino porque somos el fuego de la vida. Como bien dice Paola Ochoa “estamos frente a la mayor revolución femenina en décadas”. Por eso, los invito a desmotar la tradición del abuso.

Olga Yolanda Rojas-Torres
Publicado en Las2orillas
Enero 29, 2018

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