GUERNICA LA GUERRE






-I-
Una trama de líneas anguladas conforma el mapa del cubismo. Este se enmalla en un plano al que se entra, bien con un propósito voyeurista o con el mismo revestido de heroísmo, y del que no se sale ni siquiera con la ayuda de índices de orientación. Pero para qué salir si allí, en ese laberinto, se halla todo: el arlequín de la infancia, la mujer abandonada, las confrontaciones y las pasiones.

Ese fractal, es fraccionamiento del cuerpo, sus líneas son fisuras por las que sale hasta extinguirse el líquido vital de un bello combatiente, desestructurado por la metralla. Las rojas líneas son caminos que no conducen más a él, que cubren el verde natural y se ahondan en la negra tierra para dibujar el laberinto de la historia, una historia personal que comienza cuando de sus infantiles manos sale un dulce caramelo que enamora. Nada mejor que vivir la perdición. 

-II-
Fernando de Goya y su maja domesticadora, el juego ya estaba terminado. La princesa fue devastada por la bestia ante el carboncillo inerme del no-héroe. El minotauro lo tomó todo en su primera estocada, sólo sobrevivió el lienzo. La obra maestra no ha sido revelada, pero la inspiración cobró su víctima, el pobre Pablo en adelante aferrado a su punta de grafito no hará más que bocetos desesperados. 

Los ideales en su mejor pose, en todas las poses, no escapan a los poetas de nuestro siglo, pero no hay poetas en las oficinas del gobierno. Algunos soñadores impulsados por el frenesí de hordas estudiantiles, empuñan la pluma de las leyes, presienten el sueño, lo habían colectivizado una vez, pero lo pierden en una máquina que imprime márgenes, se quedan luego agitando sus puntitas sin dirección. Otros, dementes de tanto soñar son atados al frenocomio de la tortura en el que pierden su dulzura. Victoria o muerte!

-III-
El minotauro va tras el testigo, no quiere que dejen pintada su sombra. Lo persigue, no teme ser ajusticiado -la historia no sabe de justicia-. Bufa, avanza, lee indicios, sigue su intuición. Los encierros son su morada, y la amenaza que se cierne sobre los hombres libres. Pablo cree conducirlo..., de hecho lo hace, le entrega otra víctima, un transeúnte que enredado en sus cuernos se hizo bailarín. Entonces, corajudo, el pintor, empuña su carboncito y enfrenta a la bestia para desfallecer de inmediato y emprender la huída. 

La uniformidad y la dependencia han estructurado la sequedad en cuadrículas de perfección geométrica. Ejércitos masculinos que abolieron la individualidad guardan esta fortaleza. Algunos atraídos por el orden se suman en cifras de diez o veinte. Otros con la ilusión de adquirir poder muscular y orgánico incorporan su dolor, su rabia y su impotencia. Los menos, los mejores en todo caso, se quedan por fuera a defender la opción de ser otro. Con artesanías por instrumento, con dudas por estrategia, llenos de la desprotección que hace vínculos evaden el cerco de la irracionalidad indiscutible.

-IV-
Un ave en vuelo, no cualquier ave, sino exactamente el índice de calma para Noé, no cualquier ave sino justamente la que profirió la anunciación, -pequeña obra del maestro- trae la calma que entendemos como el fin. Símbolo de la paz en nuestros tiempos, nace de las mismas manos que crearon su antónimo. 

¡Ojalá el avisoramiento de la utopía no sea el final de la historia!Principio del formulario

Escrito por Olga Rojas, 2008
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